La riqueza cultural guerrerense es uno de los acervos más grandes del país. Son de reconocimiento internacional sus delicadas artesanías de laca, plata y oro, sus exquisitos bordados textiles y suculentos platillos con influencia de distintas cuturas.
Con influencia indígena, española y francesa, la cocina en Guerrero es motivo de celebración. La congregación francesa de la orden del “Verbo Encarnado”, dejaron un legado culinario en la sociedad guerrerense del siglo XIX. Así, el mole de jumil típico de Taxco, los pichones y codornices de Iguala, el pulpo enamorado de Acapulco y los panques de arroz en Teloloapan son sólo una pequeña muestra.
De procedencia hispana e indígena, se preparan hoy en día deliciosas memelas, atole blanco, pozole verde, chilpancingueñas, marquesote chilapeño y semitas mixtlecas.
Una de las artes más tradicionales de Guerrero es la alfarería, las manos de los artesanos mezclan barro con pedazos de algodón para producir bellos jarrones, cántaros, ollas y esculturas que al secarse serán hermosamente decorados con pincel. La tradición indígena en la elaboración de estas piezas le concede un gran valor artístico a la producción alfarera de los municipios del valle central del estado como son Zacoalpan, Nuitzalapa, Atzacualoya, Tixtla, Zumpango de Neri y Huitzuco.
La “Feria Nacional de Plata” es celebrada en Taxco, capital de la orfebrería en plata en México. La orfebrería en oro se produce en Iguala, Ciudad Altamirano, Coyuca de Catalán, Arcelia y Ometepec.
Las artesanías elaboradas con laca de madera de linaloe provienen de las comunidades de Olinalá Temalcalcingo, Ocotepec y Acapetlahuaya. El particular aroma de esta madera las distingue en mercados internacionales, en donde se pueden encontrar las tradicionales cajitas, charolas, máscaras y joyeros además de biombos y marcos.
También, los dibujos que decoran los objetos encontrados en el mercado artesanal de Xalitla gozan de fama internacional. Los dibujantes guerrerenses son contratados en México y el extranjero para pintar hermosos murales.
Las mujeres indígenas de las comunidades mixtecas, amuzgas y nahoas aún visten de forma tradicional, hilando y tejiendo ellas mismas los intrincados y coloridos patrones de cada pieza de su vestimenta. Manteles, servilletas, rebozos y huipiles, de calidad internacional se tejen en los telares de las comunidades indígenas de Tlacoachistlahuaca y Xochistlahuaca, Yoloxóchilt y Chilapa.
Una de las expresiones culturales más arraigadas en la sociedad guerrerense es la danza. Los guerrerenses han danzado a lo largo de la historia del estado, para festejar, para evangelizar, para hacer denuncia social o para representar a la flora y fauna del lugar. Así, encontramos la Danza de los Tlacoloteros o sembradores de maíz representada en el centro del estado; la Danza de los Diablos, cuyo objetivo es enseñar sobre la diferencia entre el bien y el mal; la Danza de los Manueles permite al pueblo descargar su rencor ante la clase social alta del siglo XVIII; la Danza de los Tecuani que describe las actividades de caza del tigre y que en náhuatl significa “algo que come”. Otras danzas de la región son las danzas de los Tejoneros, de los Maizeros, de los Pescadores, de los Zopilotes, de los Moros y de los Machos.
Y de la mano de esta forma de arte está la música. Grandes y numerosos compositores y cantautores guerrerenses destacan en el repertorio musical mexicano. Entre los más famosos están Margarito Damián Vargas, Antonio I. Delgado, Juan Bartola Tavira, Vidal Ramírez, Aurelio F. Galindo, el primer trío mexicano “Los Cancioneros del Sur” al mando de Mingo Sánchez, y los cantautores Cristal, Oscar Athié y Joan Sebastián. Además de grupos de música tropical y popular, los Yonics, Grupo Caribe y Acapulco Tropical.
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