Para entender a la ciudad Acapulco, hay que entender que hay un complejo proceso histórico atrás, según algunos investigadores de la historia de nuestro país, a dos mil años antes de Cristo, cuando ya había habitantes. Hay vestigios de cabezas de arcilla en la "ciudad perdida" en el poblado de La Sabana. Hace varios años con motivo de la expropiación de punta diamante se localizó cerámica. En ambos casos con una antigüedad de dos mil años antes de la era cristiana, lo que quiere decir que es puerto es antiguo aunque modernizado a través de los tiempos. Acapulco, según la lengua nahuatl significa en sus raíces Acatl, Pol Co, "lugar en que fueron destruidos o arrancados los carrizos".
LOS GALEONES.
Abrir la ruta de Acapulco a la colonia Filipinas, tropieza al inicio con varios problemas debido a que lo propuesto por Urdaneta, de proveer al puerto de astillero, madera, equipo y alimentos, no se había hecho ni se contaba con el elemento humano necesario para la empresa.
Acapulco carecía de todo, era la hermosa y protegida bahía, puerto natural por excelencia que brinda resguardo a las naves y nada más.
Las mercancías que se embarcaban en Acapulco con destino a Filipinas consistían en grana, cochinilla, añil, en general las plantas tintóreas, pasamanería de oro, loza, tejidos de lana, vino y aceite, éstos últimos llegados de España; la plata acuñada que se enviaba para los sitiados para solventar los gastos gubernamentales, así como, la remitida por los comerciantes para adquirir los productos de la India y China.
Las ventajas que sobre Acapulco presentaba Filipinas para la construcción de los barcos eran numerosas. En las islas, se contaba con madera, artesanos chinos, malayos y aborígenes con gran tradición en la manufactura de naves que significaba mano de obra barata y abundante, en tanto que en México-Navidad y Acapulco acontecía lo contrario, aunado esto al apoyo que significaba para la colonización, lo que inclinó la balanza a favor de Manila.
Lo que acá era difícil, allá fue fácil. Las maderas empleadas en Filipinas para la construcción de los galeones eran, la teca para el armazón y en las uniones, quilla, timón y piezas interiores, se usaba la madera conocida en las Filipinas con el nombre de Molave. Para el casco de la nao se usaba la madera de Lañang de gran flexibilidad. Para las cuerdas de los aparejos y jarcias se empleaba el cáñamo de Manila. Las telas y apaños se producían en la provincia de Ilocos, mientras que los metales se compraban en China, Japón o Macao y aún en la India; para ser trabajados por los herreros chinos.
En general, grande fue la resistencia de los galeones, tanto que eran descritos como fuertes castillos en el mar. La capacidad de carga de los barcos, era en un principio, de trescientas toneladas, aumentándose paulatinamente con el transcurso del tiempo y perfeccionamiento del diseño hasta llegar a dos mil toneladas. Si bien los barcos eran resistentes y permitieron mantener el servicio con regularidad, no por ello dejaron de existir críticas.
De acuerdo al Colegio de México, la presencia española en las tierras calientes de la costa se mantuvo sólo en aquellos casos que como los puertos de Veracruz o Acapulco, eran puntos vitales para la sobrevivencia de la Colonia. Por ello, esos puertos, son ciudades sostenidas desde fuera. Puertos legales y geográficamente necesarios para el tráfico comercial entre la metrópoli y el puerto real que era la Ciudad de México y carecían de vida propia.
Existían otros proyectos que bien podían haberse desarrollado en el puerto de aquellos años como la pesca de la ballena y el cachalote, sin embargo, el estado actual de las colonias españolas, la desidia de los habitantes era un obstáculo para esta tarea. Cómo hallar marineros dispuestos a dedicarse a esta difícil labor en un país en donde según la opinión del común del pueblo, el hombre es feliz sólo con comer plátanos, carne salada, una hamaca y una guitarra. La esperanza de las ganancias era un estimulante muy débil, bajo una zona en donde la benéfica naturaleza ofrece al hombre mil medios de crearse una existencia cómoda y tranquila, sin apartarse de su país ni luchar con los monstruos del Océano.
Los marineros de los galeones eran contenidos en una proporción que llegó a ser de un español por cinco filipinos -estos ganaban menos- y se les pagaba por lo general cuando la nao regresaba a Manila, impidiendo con ello que desertaran. Esta situación dañaría permanentemente a nuestro puerto, convirtiéndolo tan sólo en el de arribo de la Nao de China, como en la práctica se denominaba la ruta que unía a México con las Filipinas.
1 comentarios:
Excelente blog!!! una pagina mas interesante que la otra.
Los saludo y felicito desde Madrid
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